jueves, 10 de septiembre de 2015


A una madre le duele más que a nadie decir NO a sus hijos, retarles, medir sus fuerzas, verles caer, abandonar  sus sueños o desaprovechar sus capacidades… Pero conoce la importancia de los límites y pretende que sus hijos los aprendan.
Una madre no puede vivir por sus hijos pero sí procura compartir lo máximo con ellos. Por eso, una madre intenta cada día coser unas alas enormes y ligeras que permitan a sus hijos volar muy muy alto.
Una madre quiere que a sus hijos les vaya todo bien en la vida, pero también quiere que haya tormentas y aprendan a navegar en alta mar. Sabe que sus hijos tienen que pasear de la mano de sus demonios, liberarse de las cargas y tropezar mil veces con la misma piedra.
Ven mejor que nadie los defectos en sus hijos pero, sin embargo, los aceptan y nunca los esconden. Saben si sus hijos no están bien con solo mirarlos, puesto que las madres son las más expertas detectoras de emociones.
También viven sus culpas con el mayor terror conocido, pues sentirse culpable y responsable de los problemas de la persona a la que más amas en este mundo es tremendamente doloroso. Por eso una madre carga sobre su espalda demasiado equipajeQuizás esto es un acto heroico pero sobre todo es generoso.
Probablemente sacrificar sus metas, sus aspiraciones o su vida por sus hijos no hace de una madre un ser valiente, pero sí la persona más tenaz y generosa del mundo.
Las noches en las que sus hijos despiertan con fiebre, enfrentarse al mundo y superar todos los miedos, sacar a sus hijos adelante y protegerlos ante todo.., eso es lo que hace a las madres el mejor ejemplo de valentía y amor.
Porque las madres son las personas más fuertes del mundo, pues su debilidad es su punto fuerte y este siempre será el amor hacia los que cada día encienden su corazón y sus ganas de vivir.

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